Por LuisFe Rojas.
Tuve la mala suerte de enfermarme justo un día antes del concierto de Sarah Brightman (aquella tan afamada soprano británica), aquí en Perú. Pero aquello no iba a ser impedimento para que yo fuera, al menos, en plan de vieja chismosa y escuchara todo el concierto descaradamente desde afuera del Jockey Club, y si se la podía ver (al menos en miniatura), mucho mejor.
Afortunadamente tras varios rounds de boxeo interno entre mi sistema inmunológico, y mis recién adquiridas bacterias, más un par de pastillas que me dieron en la academia, me vi librado de los fastidiosos síntomas. Me sentí lo suficientemente bien para ir, y no desfallecer en pleno show, así que lo primero que hice al llegar a casa fue contactarme con Lalo, su dulce tía Ana, y Jhonatan-Osito, quienes serían mis compañeros y testigos en ese juego de azar con el destino.
Y después de que Jhonatan consiguiera una entrada a preferencial por obra y gracia de su tío, y yo fuera casi atropellado, todos nos encontramos en el lugar pactado y comenzamos a ir hacia el Derby. Lo malo de ser despistado (y tener fama de serlo) es que cuando por fin sabes una ruta, la gente no te quiere hacer mucho caso, que digamos. Anyway, conforme avanzábamos, iban confiando cada vez mas en mí. Después de casi 45 minutos de caminata, pudimos observar unos curiosos carros que se ofrecían a llevarnos al recinto del show. No imaginábamos que estuviera tan lejos! Dudábamos si debíamos subir ya que aun nos hacían falta 3 entradas, pero decidimos acompañar a Osito, y nosotros buscar nuestro pasaporte a la felicidad a manos de algún revendedor por ahí.

Llegamos y nos pusimos en la cola, esperando el momento del juicio final. Avanzabamos rápido, y yo seguía nervioso. En eso nos tocaba a nosotros. Cogieron las entradas y las pusieron bajo esa maquinita detectora que tenían los controladores… Yo tenía el corazón en la boca. En eso una luz sale de la maquinita.
Luz Verde. Eran verdaderas. Lo logramos. Logramos entrar!...